sábado, 31 de mayo de 2008

Aquí amanece


[ Chris Isaac - Wicked Game ]


Repetidamente tuve aquel sueño. Repetidamente olvidé qué pasaba a continuación. Siempre sabía que era sólo un sueño.

Anoche no lo supe.

Esa era la vida como la vida en la que ahora escribo esto. Reconocía cada color como algo real y en cada persona al mismo idiota que me estorba en esta vida en la que ahora escribo esto.

Ninguno de aquellos a quienes yo quería estaban en ese sueño.
Aquel montón de basura orgánica me trataba con desprecio; todo era igual a la vida real.
Empecé a tener miedo en el momento que empecé a extrañar gente, amigos, familia. Quien fuere que me apreciase y no fuese tan inferior a mí como aquella mole de desperdicio viviente.

La desesperación por alejarme de esa peste que te infectaba de estupidez me carcomia por dentro. ¡Demonios! Que los matasen a todos con la mayor de las torturas al frente mío si eso los alejaba. Eso pensé y en dos segundos. Chanán...

Sus pechos se habrían con tajos hechos por un bisturí que yo no alcanzaba a ver.
Sus brazos eran apretados con fuerza por manos tan poderosas que terminaban aplastados dejando a la vista sus huesos rotos.
Su sangre no caía al suelo sin hacer grande estruendo.
¿habría sido esto mi culpa?
Paranóicamente lo que pienso lo veo realizarse.
Estúpidamente, no pensé en que esto parara.
Vagamente, mi cabeza lo procesaba.


Los observaba ya boca abajo contra el suelo.
"Tengo un Djavoo. Esto lo he soñado por lo menos cinco veces. Ahora debiera aparecer una mujer con un enorme disfraz por esa puerta" le dije al chico a mi lado, que no había sido afectado de ninguna manera.
De verdad no quería que apareciese esa mujer porque entonces sabría en qué acabaría mi día.
De todas las veces que tuve ese sueño siempre terminaba muerta.

Aquella mujer entró a la habitación. Un enorme disfraz amarillo que yo recordaba perfectamente.
El chico de al lado empezó a gritarme cosas que mis propios pensamientos no me dejaban oir.
Yo moriría. Yo moriría y no había nada que hacer.

Una euforia desesperante me invadía.
¿Qué hacía? Pues nada.
Dejarme caér.





Desperté desesperada y empapada entre sudor y lágrimas.
Supe qué era volverse loco de verdad.
Supe lo que en verdad era el miedo.

1 comentario:

Pipe dijo...

Hola blogguera, ahora no puedo leer si, estoy en medio de don alvaro :/ y además con mi teclado no puedo hacer ese monito como sejon, demas que lo cachas, el alt control 66

y si, hay muchas cosas que contar

y me cargan estas cosas de ver la palabra, son como... me equivoco siempre